La sexualidad es una parte fundamental de nuestras vidas, pero a menudo sigue rodeada de silencios y tabúes. Muchas personas experimentan dificultades como la falta de deseo sexual, la ausencia de placer o problemas para comunicarse con su pareja en la intimidad, y no saben a quién acudir. La sexología clínica – también conocida como psicología sexual – surge precisamente para ayudar en estos casos, ofreciendo un espacio profesional, seguro y sin juicios donde abordar cualquier aspecto de la sexualidad humana. En la consulta de Enrique Matarín, psicólogo en Barcelona especializado en sexología clínica, es habitual que hombres y mujeres acudan buscando orientación para mejorar su vida sexual o superar alguna dificultad. El objetivo de este artículo es explicar qué es exactamente la sexología clínica, qué temas aborda y cómo puede ayudarte a vivir tu sexualidad de forma más sana, plena y satisfactoria.
Como disciplina, la sexología clínica estudia la sexualidad humana en todas sus dimensiones: físicas, emocionales, psicológicas y relacionales. No se trata solo de “ir al sexólogo” cuando hay un problema grave, sino de comprender, acompañar y promover una vivencia saludable y positiva de la sexualidad en general. Como psicólogo clínico y máster en sexología clínica, me gusta recordar que la sexualidad es una parte natural del ser humano. Forma parte de quiénes somos y de cómo nos vinculamos con los demás. Por eso, en mi enfoque de trabajo es fundamental abrir espacios seguros, profesionales y respetuosos donde se pueda hablar de sexualidad con libertad, confianza y sin prejuicios. En consulta, es habitual tratar temas como el deseo sexual inhibido, la falta de placer o las dificultades para comunicarse con la pareja acerca de sus necesidades e inquietudes. En todos estos casos, la sexología clínica ofrece herramientas eficaces para entender el origen del problema, desmontar mitos arraigados y acompañar a las personas en un proceso de reconexión con su deseo, con su cuerpo y con sus emociones.
La sexología clínica en la actualidad: contexto y tendencias
En las últimas décadas, hablar de sexo y de sexualidad se ha vuelto cada vez más común y aceptado socialmente. Diversos estudios señalan que la mayoría de las personas consideran la vida sexual como un pilar importante de su bienestar y de su felicidad personal. Por ejemplo, encuestas de ámbito nacional revelan que alrededor de un 67% de los españoles valora la actividad sexual como algo muy importante en su vida. Al mismo tiempo, ha quedado demostrado que los problemas sexuales (como las disfunciones sexuales o los conflictos de pareja en el ámbito íntimo) pueden tener un impacto negativo en la calidad de vida y la autoestima, tanto de quien los sufre como de su pareja.
A pesar de esta importancia, tradicionalmente muchas personas no buscaban ayuda por vergüenza, miedo al qué dirán, desconocimiento o por los estigmas sociales asociados a “ir al sexólogo”. Esto provocaba que pasaran años arrastrando insatisfacciones o dificultades en silencio. La buena noticia es que esta tendencia está cambiando. Cada vez más gente comprende que la salud sexual es parte de la salud global, y decide acudir a terapia sexual o de pareja sin tanto tabú. De hecho, profesionales reportan un aumento en la demanda de terapia sexual en tiempos recientes – especialmente a raíz de la pandemia – y una mayor apertura de las nuevas generaciones para consultar sus dudas o problemas sexuales con especialistas. Este cambio de valores en la sociedad actual está normalizando la idea de que acudir a un sexólogo clínico es tan válido y necesario como ir a cualquier otro especialista de salud mental o médica. Además, el boca a boca y la visibilidad de la sexología en medios de comunicación han contribuido a que más personas den el paso de buscar orientación profesional.
No obstante, aún persisten desafíos: la desinformación en temas de sexualidad y ciertos tabúes culturales no han desaparecido por completo. Todavía hay quienes creen en mitos (por ejemplo, ideas erróneas sobre el deseo sexual “normal”, sobre la masculinidad o la frecuencia “adecuada” de las relaciones) que pueden generar ansiedad o sentimientos de incompetencia. Por ello, la figura del sexólogo clínico o psicólogo sexual es cada vez más relevante: estos profesionales se dedican también a educar en salud sexual, difundir información veraz y romper con esos tabúes que tanto perjudican el disfrute saludable de la sexualidad. Incluso las instituciones sanitarias y organismos internacionales, como la OMS, han enfatizado en los últimos años que la salud sexual es un componente esencial del bienestar. Todo esto enmarca a la sexología clínica como una disciplina al alza, necesaria para atender una variedad de demandas en la sociedad actual, desde la terapia de disfunciones sexuales hasta la promoción de relaciones sexuales seguras, placenteras y consensuadas.
¿Qué aborda la sexología clínica?
La sexología clínica es una especialidad muy amplia que abarca múltiples aspectos de la sexualidad humana. Entre otros temas, un profesional de la sexología clínica se ocupa de:
- Explorar la sexualidad de forma integral, considerando cuerpo, mente y emociones de la persona, para entender su vivencia sexual en toda su complejidad.
- Tratar disfunciones sexuales como la disfunción eréctil, la anorgasmia, la eyaculación precoz o la falta de deseo sexual, entre otras. Estas dificultades pueden tener causas físicas, psicológicas o combinadas, y la terapia sexual ayuda a identificarlas y abordarlas adecuadamente.
- Mejorar la comunicación en la pareja y fomentar una sexualidad compartida más libre, consciente y satisfactoria. Por ejemplo, ayudar a parejas que enfrentan problemas de entendimiento en sus necesidades sexuales, diferencias en el deseo o dificultades tras cambios vitales (embarazo, menopausia, estrés, etc.), proporcionando un espacio neutral para el diálogo y ejercicios que fortalezcan la intimidad emocional.
- Educar en salud sexual: hablar con naturalidad del placer, del consentimiento, de la prevención de ITS (infecciones de transmisión sexual) y del autocuidado. La sexología clínica incluye una importante labor educativa, brindando información clara y sin tabúes sobre prácticas sexuales seguras, uso de métodos anticonceptivos, conocimiento del propio cuerpo y respeto de los límites personales y mutuos.
- Ofrecer orientación sobre diversidad sexual: proporcionar información y apoyo sin juicios acerca de la orientación sexual, la identidad de género o cualquier duda relacionada con la sexualidad humana. Esto implica ayudar a las personas a aceptarse a sí mismas, entender mejor su orientación (heterosexual, homosexual, bisexual, etc.) o su identidad de género, y derribar prejuicios sociales, facilitando que vivan su sexualidad de manera auténtica y saludable.
En resumen, la sexología clínica se ocupa de todo lo relacionado con la sexualidad, desde resolver problemas específicos hasta potenciar el crecimiento personal y relacional en el ámbito erótico-afectivo. No importa si se trata de superar una disfunción concreta o simplemente de mejorar la calidad de tu vida sexual, el abordaje siempre será integral y personalizado, considerando factores médicos si los hubiera, pero también creencias, emociones, educación recibida y contexto de cada individuo o pareja.
El deseo sexual: una puerta de entrada
Dentro de las consultas de sexología clínica, trabajar el deseo sexual suele ser un punto de partida muy común. El deseo es, de hecho, la primera fase de la respuesta sexual humana, y también una de las más sensibles a influencias externas. Factores como el estrés diario, el ritmo de vida acelerado, la rutina, ciertos complejos o creencias limitantes (por ejemplo, mitos sobre la sexualidad “ideal” o expectativas poco realistas) afectan con frecuencia a nuestras ganas de tener intimidad. Muchas personas llegan a terapia preocupadas porque “no sienten deseo” como antes o porque su apetito sexual es menor que el de su pareja.
Desde un enfoque profesional, respetuoso y libre de prejuicios, el sexólogo clínico puede acompañar a la persona o a la pareja a redescubrir y reactivar ese deseo sexual. ¿Cómo? A través de ejercicios prácticos graduales, reflexiones guiadas y nuevas experiencias que ayuden a salir de la monotonía. Por ejemplo, en terapia de deseo suele proponerse redescubrir la sensualidad sin presiones: se pueden asignar tareas para que la persona (o la pareja) explore el contacto físico y el placer de formas distintas, enfocándose más en las sensaciones que en el rendimiento. También se abordan las causas subyacentes: quizá el bajo deseo proviene de fatiga, de ansiedad, de problemas de autoestima o de conflictos en la relación. Al identificar estos factores y trabajarlos, poco a poco se logra fortalecer el deseo, adaptándolo al momento vital de cada uno y eliminando la culpa o la preocupación excesiva.
En muchos casos, mejorar el deseo sexual tiene un efecto dominó positivo: al aumentar la conexión con el propio cuerpo y con la pareja, la persona suele ganar confianza, mejora su estado de ánimo y se siente más motivada para seguir profundizando en otros aspectos de su sexualidad. Por eso decimos que el deseo es una “puerta de entrada”: porque abrir esa puerta permite acceder a una vivencia sexual más plena en conjunto. Y aunque requiere tiempo y paciencia, hablar abiertamente del deseo (o de su ausencia) es ya en sí mismo un paso terapéutico muy importante.
Hablar de sexualidad es cuidar la salud
Hablar de sexualidad no solo es necesario, es una forma de cuidar nuestra salud física y emocional. La sexualidad humana, entendida de manera amplia, está conectada con aspectos centrales de la vida: la autoestima, la comunicación afectiva, el manejo del estrés, la reproducción, el placer, entre otros. Ignorar esta faceta o vivirla con vergüenza puede afectar negativamente nuestro bienestar. En cambio, promover el respeto, el placer y la comunicación en torno al sexo nos ayuda a vivir una sexualidad más plena y satisfactoria, lo cual repercute positivamente en la salud mental (menos ansiedad, menos frustración) e incluso en la salud física (relajación, mejor sueño, liberación de endorfinas).
Acudir a terapia de sexología clínica es, en este sentido, una manera de cuidar de uno mismo o de la relación de pareja. En un contexto terapéutico, al expresar libremente nuestras preocupaciones, dudas o deseos con un profesional, reducimos la angustia y normalizamos lo que nos ocurre (“no soy el único al que le pasa esto”). Además, recibimos información fiable y recomendaciones adaptadas a nuestra situación, lo que nos permite tomar decisiones informadas sobre nuestra vida sexual. Hablar de sexualidad con un experto es también prevenir problemas: muchas disfunciones o conflictos empeoran por la falta de información o por no tratarse a tiempo, mientras que con asesoramiento adecuado se pueden resolver o manejar mucho antes.
En definitiva, la sexología clínica nos invita a mirar la sexualidad como una parte importante de la vida, que merece ser comprendida, respetada y disfrutada. Abordar estos temas con naturalidad, ya sea en consulta o en la vida cotidiana, es sinónimo de salud. Así como ejercitamos el cuerpo o cuidamos la alimentación, también es saludable ejercitar la comunicación, el autoconocimiento y el respeto en materia sexual. Si sientes que algo te impide vivir tu sexualidad plenamente o simplemente quieres mejorar la conexión contigo mismo o con tu pareja, no dudes en buscar ayuda profesional. La figura del sexólogo clínico está para acompañarte, orientarte y proporcionarte estrategias hacia una vida sexual más feliz, consciente y libre de tabúes.
Preguntas frecuentes sobre sexología clínica
¿Cuándo debería acudir a un sexólogo clínico?
No es necesario esperar a tener un problema grave para acudir a un sexólogo clínico. Se recomienda buscar ayuda cuando algo en tu vida sexual te preocupa, te genera malestar o insatisfacción, o si simplemente deseas mejorar algún aspecto de tu sexualidad. Por ejemplo, puedes acudir si experimentas disfunciones sexuales (dificultades de erección, dolor en las relaciones, falta de orgasmo, bajo deseo, etc.), si hay problemas de comunicación o intimidad en la pareja, si tienes dudas sobre tu orientación sexual o identidad de género, o incluso para recibir educación sexual personalizada. En general, cualquier momento es bueno para acudir si sientes que contar con la orientación de un profesional podría ayudarte a vivir tu sexualidad de manera más plena y saludable.
¿Qué sucede durante una terapia de sexología clínica?
Una terapia de sexología clínica suele comenzar con una evaluación inicial en la que el profesional te hará preguntas para comprender tu situación: historia personal y sexual, relaciones de pareja, preocupaciones específicas, estado emocional, etc. A partir de ahí, el sexólogo y tú estableceréis objetivos (por ejemplo, superar cierta dificultad, aumentar el deseo, mejorar la comunicación con la pareja). Las sesiones siguientes combinan diálogo y psicoeducación – es decir, hablar abiertamente de los temas que te afectan mientras el terapeuta te brinda información y aclaraciones – junto con ejercicios prácticos o tareas para hacer en casa. Estos ejercicios pueden ser individuales (por ejemplo, técnicas de relajación, ejercicios de autoconocimiento corporal, lecturas) o en pareja (dinámicas para mejorar la confianza, juegos eróticos graduales, practicar nuevas formas de comunicación, etc.). Todo el proceso se realiza a tu ritmo, en un ambiente de total confidencialidad y respeto, adaptando las estrategias según tus progresos. El objetivo final es que adquieras nuevas herramientas y perspectivas que te permitan gestionar por ti mismo/a tu vida sexual de forma satisfactoria.
¿La sexología clínica es solo para parejas o también para personas individuales?
La sexología clínica atiende tanto a personas individuales como a parejas. Muchas personas acuden sin pareja, ya sea porque no la tienen en ese momento o porque su problema es individual (por ejemplo, alguien soltero con dificultades para sentir deseo, o que quiere resolver traumas sexuales del pasado, o aclarar dudas sobre su identidad/orientación). El sexólogo clínico trabaja contigo de forma individual para lo que necesites. Por otro lado, cuando se trata de un problema que involucra la dinámica de pareja – como una diferencia en la libido entre ambos, dificultades de comunicación sexual, problemas de erección que afectan a la relación, etc. – es muy útil que acudan los dos miembros. En pareja, la terapia ofrece un espacio neutral donde ambos pueden expresarse y aprender juntos, actuando el terapeuta como mediador y guía. Sin embargo, no es obligatorio acudir en pareja si uno de los dos no se siente listo; el otro miembro puede iniciar la terapia individualmente y, si se considera beneficioso, más adelante invitar a su pareja a alguna sesión conjunta. Lo importante es buscar ayuda de la forma que sea posible, ya sea individual o en pareja, según la situación.
¿Cuánto dura un tratamiento de sexología clínica?
La duración de una terapia en sexología clínica varía mucho dependiendo del tipo de dificultad a tratar, de los objetivos planteados y de las características de cada persona o pareja. No existe un número fijo de sesiones aplicable a todos los casos. Algunas cuestiones puntuales o educativas pueden abordarse en pocas sesiones (por ejemplo 4-6 sesiones), mientras que problemas más complejos – como ciertas disfunciones sexuales de larga evolución, traumas relacionados con la sexualidad o conflictos de pareja arraigados – pueden requerir varios meses de terapia (10 o más sesiones).
Lo fundamental es que tanto terapeuta como paciente vayan evaluando los avances: muchas veces se empiezan a ver mejorías significativas en las primeras semanas, lo que motiva a continuar. La terapia sexual no suele ser indefinida; es un proceso focalizado en objetivos concretos. Una vez que la persona o la pareja se siente empoderada, con las herramientas necesarias y una notable mejoría en su vida sexual, se da por finalizado el tratamiento. Por supuesto, siempre se puede recurrir de nuevo al sexólogo en el futuro si surgen nuevas dificultades o para repasos puntuales, pero en esencia la duración la marcan las necesidades individuales y el ritmo de progreso de cada caso.
Enrique Matarín
Psicólogo Coach Barcelona